El mayor regalo de Dios
¿Qué es el rescate?.
¿Cómo lo proporcionó Dios?.
¿Cómo puede beneficiarle a usted?.
(Mateo 20:28). Así como el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos”.
Como veremos en este estudio, el rescate es el regalo
más valioso que hemos recibido, pues nos da la oportunidad de ser inmensamente
felices y de obtener lo que de verdad necesitamos. En realidad, es la mayor
prueba del amor que Jehová nos tiene a cada uno de nosotros.
(Efesios 1:7). Por medio de él tenemos la liberación por rescate mediante la sangre de ese, sí, el perdón de nuestras ofensas, según las riquezas de su bondad inmerecida.
La clave para
entender esta enseñanza bíblica está en lo que sucedió en el jardín de Edén.
Solo si comprendemos qué fue lo que Adán perdió al pecar, nos haremos una idea
del gran valor que tiene para nosotros el rescate.
(Lucas 3:38). hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.
Por lo tanto, entre Dios y Adán existía una relación muy estrecha, como la que existe entre un padre cariñoso y su hijo. En efecto, el Creador se comunicaba con su hijo terrestre, le encargaba tareas que lo harían feliz y le explicaba qué esperaba de él.
(Génesis 1:28-30;
Además, los bendijo Dios y
les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y
sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de
los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.
Génesis 2:16, 17).
Y También impuso Jehová Dios
este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar
satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no
debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.
(Génesis 1:27). Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.
Esto no quiere decir que tuviera la misma apariencia que Dios. Jehová es un espíritu invisible.
(Juan 4:24).
Dios es un Espíritu, y los
que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”.
De modo que él no tiene un
cuerpo de carne y hueso. Por lo tanto, Adán estaba hecho a la imagen de Dios en
otro sentido, en el sentido de que había sido creado con cualidades como las que
tiene Dios: amor, sabiduría, justicia y poder, entre otras. Además, era como su
Padre en otro importante aspecto: tenía libre albedrío, es decir, podía tomar
sus propias decisiones. Así que no era ninguna máquina, que solo puede hacer
aquello para lo que ha sido fabricada o programada. Al contrario, podía decidir
por sí mismo y escoger entre el bien y el mal. Si hubiera elegido obedecer a
Dios, habría vivido para siempre en el Paraíso terrestre. (Cada ser humano tiene
libre albedrío, por lo tanto la responsabilidad moral, espitual y social de
elegir entre el bien y el mal).
Está claro que Adán pagó muy cara la desobediencia a Dios, pues fue condenado a muerte. Aquel pecado le costó la vida humana perfecta con todos sus beneficios.
(Génesis 3:17-19). Y a Adán dijo: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: ‘No debes comer de él’, maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti, y tienes que comer la vegetación del campo. Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”.
Por desgracia, Adán no solo la perdió para él, sino también para sus futuros descendientes. La Palabra de Dios dice: “Por medio de un solo hombre [es decir, Adán] el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”.
(Romanos 5:12). Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.
En efecto, todos nosotros hemos heredado de Adán el pecado. Por eso, la Biblia explica que Adán nos ha “vendido” junto con él, haciéndonos esclavos del pecado y la muerte.
(Romanos 7:14). Porque sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido bajo el pecado.
Para Adán y Eva no
existía ninguna esperanza, pues ellos habían desobedecido a Dios por voluntad
propia. Sin embargo, ¿qué sucedería con sus descendientes, entre ellos nosotros?
(Salmo 49:7, 8).
Ni uno de ellos puede de
manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él y
el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta
tiempo indefinido. Se necesitaba un rescate que tuviera un valor equivalente a lo que se había perdido. Así lo señalaba el principio de justicia perfecta que se expone en la Palabra de Dios. De acuerdo con ese principio, había que entregar “alma [...] por alma”.
(Deuteronomio 19:21). Y tu ojo no debe sentirse apenado: alma será por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.
Por lo tanto, ¿qué podría cubrir o pagar el valor del alma, o vida, humana perfecta que Adán perdió? El “rescate correspondiente” que se necesitaba era otra vida humana perfecta.
(1 Timoteo
2:5, 6).
Porque hay un solo
Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que
se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos.
(1 Juan 4:9, 10).
Por esto el amor de Dios fue
manifestado en nuestro caso, porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para
que nosotros consiguiéramos la vida mediante él. El amor consiste en esto, no en
que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a
su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados. Jesucristo por amor dejó de buena gana su hogar celestial.
(Filipenses 2:5, 7). Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. No; antes bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres. No; antes bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres.tengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, 6 quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. a estar en la semejanza de los hombres. Como vimos en el capítulo anterior, Jehová realizó un milagro al hacer que la vida de su Hijo pasara a la matriz de María. Gracias al espíritu santo de Dios, Jesús nació como ser humano perfecto, libre de la condena del pecado.
(Lucas 1:35).
En respuesta, el ángel le
dijo: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios.
Jesús ya existía en el cielo, desde antes de la creación, con YAHVÉ Dios. Juan 1.1
¿Cómo es posible que un solo hombre fuera el rescate de millones de seres humanos?.
(1 Corintios 15:45).
Así también está escrito:
“El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente”. En cierto modo, Jesús tomó el lugar de Adán para salvarnos. Obedeció a la perfección a su Padre y sacrificó, o entregó, su vida perfecta. Así pagó el precio necesario para cubrir el pecado de Adán y nos dio una esperanza a sus descendientes.
(Romanos 5:19;
Porque así como mediante la
desobediencia del solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así mismo,
también, mediante la obediencia de la sola persona muchos serán constituidos
justos.
1 Corintios 15:21, 22).
Pues, dado que la muerte es
mediante un hombre, la resurrección de los muertos también es mediante un
hombre. Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo
todos serán vivificados.
(Juan 19:1, Por lo tanto, en aquel momento Pilato tomó a Jesús y lo azotó.
(Juan 19:16-18, Por lo tanto, en aquel momento él se lo entregó a ellos para que fuera fijado en un madero. Entonces se encargaron de Jesús. Y, cargando el madero de tormento para sí mismo, él salió al llamado Lugar del Cráneo, que en hebreo se llama Gólgota; y allí lo fijaron en el madero, y con él a otros dos hombres, uno de este lado y uno de aquel, pero a Jesús en medio.
(Juan 19:30; Pues bien, cuando hubo recibido el vino agrio, Jesús dijo: “¡Se ha realizado!”, e, inclinando la cabeza, entregó su espíritu.
¿Por qué tuvo que sufrir tanto?. Satanás ha puesto en duda que haya un solo ser humano que permanezca fiel a Dios si se le somete a prueba. Al aguantar fielmente a pesar de aquel terrible sufrimiento, Jesús dio la mejor respuesta posible al desafío de Satanás. Demostró que un hombre perfecto, que tenga libre albedrío, puede ser totalmente fiel a Jehová, sin importar las dificultades que le cause el Diablo. ¡Cuánto tuvo que alegrarse Dios al ver la lealtad de su amado Hijo! .
(Proverbios 27:11.) Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio.
(Hebreos 10:10). Por dicha “voluntad” hemos sido santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre.
Al tercer día de su muerte, Jehová Dios lo resucitó como criatura espiritual. En los cielos, Jesús presentó a su Padre el valor de su vida humana perfecta, la cual había ofrecido en sacrificio para rescatar a los descendientes de Adán.
(Hebreos 9:24). Porque Cristo entró, no en un lugar santo hecho de manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros.
Jehová Dios aceptó el valor del sacrificio de Jesús, y así aquel sacrificio sirvió como el rescate necesario para liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado y la muerte.
(Romanos
3:23, 24).
Porque todos han pecado y no
alcanzan a la gloria de Dios, y es como dádiva gratuita que por su bondad
inmerecida se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate
pagado por Cristo Jesús.
(Colosenses 1:13, 14). Él nos libró de la autoridad de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo de su amor, por medio de quien tenemos nuestra liberación por rescate, el perdón de nuestros pecados.
Sin embargo, para ello debemos arrepentirnos de corazón. También tenemos que pedirle humildemente a Jehová que nos perdone tomando como base nuestra fe en el sacrificio de su Hijo.
(1 Juan 1:8, 9).
Si hacemos la declaración:
“No tenemos pecado”, a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no
está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.
(Hebreos 9:13, 14). Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de novilla rociadas sobre los que se han contaminado, santifica al grado de limpieza de la carne, ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo?.
De este modo, tenemos confianza para hablar con él, o sea, para orarle con toda libertad.
(Hebreos 4:14-16). Visto, por lo tanto, que tenemos un gran sumo sacerdote que ha pasado por los cielos, Jesús el Hijo de Dios, tengamos asida nuestra confesión de él Porque no tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado.
Además, al mantener la conciencia limpia, disfrutamos de tranquilidad
mental, nos sentimos bien con nosotros mismos y somos más felices.
Romanos 6:23.
Porque el salario que el
pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús
nuestro Señor. Ahora bien, ese mismo versículo añade: “Pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor”. En la Biblia podemos leer las bendiciones del Paraíso terrestre que se aproxima.
(Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.
Todas esas bendiciones, incluida
la de vivir para siempre con salud perfecta, serán posibles porque Jesús murió
por nosotros. Para recibirlas, debemos demostrar que agradecemos el maravilloso regalo del
rescate.
Juan 3:16. ”Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.
El rescate es la prueba más sobresaliente del amor que Jehová nos tiene. También es prueba de cuánto nos ama Jesús, quien estuvo muy dispuesto a entregar la vida por nosotros.
(Juan 15:13). Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando.
En efecto, el regalo del rescate debe convencernos de que nuestro amoroso Padre Celestial Jehová Dios, y su amado Hijo Jesucristo nos quieren a cada uno de nosotros.
(Gálatas 2:20).
Estoy fijado en un madero
junto con Cristo. Ya no soy yo el que vivo; antes bien, es Cristo el que vive en
unión conmigo. En verdad, la vida que ahora vivo en carne la vivo por la fe que
es para con el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. ¿De qué maneras puede usted demostrar que agradece el regalo divino del rescate?.
(Juan 17:3). Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.
Puede lograrlo si estudia la Biblia con la ayuda de esta Web. Cuanto más conozca a Dios, a Jehová, y a su amado Hijo Jesucristo, más los amará. Y cuanto más los ame, más deseará complacerlos.
(1
Juan 5:3).
Pero nosotros sabemos que el
Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos
el conocimiento del verdadero. Y estamos en unión con el verdadero, por medio de
su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y vida eterna.
(Juan 3:36).
El que ejerce fe en el Hijo
tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de
Dios permanece sobre él. ¿Cómo podemos ejercer, o demostrar, fe en Jesús? No solo con palabras. Como indica Santiago 2:26, “la fe sin obras está muerta”.
Santiago 2:26. En verdad, como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
En efecto, la fe verdadera se demuestra con obras. Una manera de probar que tenemos fe en Jesús es haciendo lo posible por imitarlo, tanto en lo que decimos como en lo que hacemos.
(Juan 13:15). Porque yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo.
¿Por qué debemos asistir a la celebración anual de la Cena del Señor?.
(1 Corintios 11:20; Por esto, cuando se juntan en un mismo lugar, no es posible comer la cena del Señor.
Mateo 26:26-28). Mientras continuaron comiendo, Jesús tomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: “Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo”.También, tomó una copa y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: “Beban de ella, todos ustedes; porque esto significa mi ‘sangre del pacto’, que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados.
También se la conoce como la Conmemoración de la muerte de Cristo. La estableció Jesús para ayudar a sus apóstoles y a todos los cristianos verdaderos a recordar algo importante: al morir, él entregó como rescate su alma, es decir, su vida humana perfecta. Jesús mismo se refirió a esta celebración cuando dio este mandato: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”.
Jesús mismo dio este mandato: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”.
(Lucas 22:19).
También, tomó un pan, dio
gracias, lo partió, y se lo dio a ellos, diciendo: “Esto significa mi cuerpo que
ha de ser dado a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí”.
La Conmemoración nos
recuerda el gran amor que Jehová y Jesús nos han mostrado haciendo posible el
rescate. Al asistir a esta celebración anual, también demostramos nuestro
agradecimiento por el rescate.
(2 Corintios 9:14, 15). Y con ruego a favor de ustedes ellos sienten anhelo por ustedes a causa de la sobrepujante bondad inmerecida de Dios sobre ustedes. A Dios vayan las gracias por su indescriptible dádiva gratuita.
De hecho, puede beneficiar
incluso a las personas que han muerto.
(Efesios 1:7). Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento exacto de él;
(1 Juan 4:9, 10). Por esto el amor de Dios fue manifestado en nuestro caso, porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros consiguiéramos la vida mediante él. El amor consiste en esto, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados.
(1 Juan 1:8, 9). Si hacemos la declaración: “No tenemos pecado”, a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.
Podemos demostrar que agradecemos el rescate conociendo mejor a Jehová, teniendo fe en el sacrificio de Jesús y asistiendo a la Cena del Señor.
(Juan 3:16). Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.
Evidentemente las personas que aprecian todo lo que Dios ha estado haciendo y hace por nosotros, incluido "EL RECATE que El nos ha proporcionado mediante su amado Hijo Jesucristo, y demuestran que lo aman y lo obedecen sin ninguna duda tendrán La VIDA ETERNA, esperamos de todo corazón que ese sea su caso.
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Que la gracia y la paz de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo este con todos vosotros.
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